sábado, 20 de enero de 2018

Una carta de Sergio Lima

No es costumbre nuestra reproducir cartas referentes a lo que vamos publicando, pero en este caso el correo de Sergio Lima ofrece un interés especial por lo que cuenta acerca de su estancia parisina en los tiempos de Breton y por lo que dice sobre Paalen, motivado por el pasaje que, en efecto, me parece ser el más relevante de toda la correspondencia con Péret –que ya es decir.
Acompañamos esta entrada con los dos dibujos del tract “Sauve qui doit”. El del encabezamiento del manifiesto es más conocido que el segundo, ya que aquel lo reprodujo José Pierre en Tracts surréalistes y este no.

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Leí con interés tus comentarios sobre las correspondencias, en particular la de Breton con Péret, donde destacas puntos importantísimos. Consigues pasar con tus palabras una visión mucho más verdadera del André que yo conocí y vi actuar durante año y un poco diariamente. Una visión otra de aquella que se usa ofrecer y que siempre me molestó mucho. Hablas del André Breton que aprendí a escuchar y a respetar. Elisa estaba en mi primer encuentro con él, y fue gentil, muy amistosa como lo era siempre.
Por otra parte, el pasaje con que concluyes tu comentario sobre el “sentido nuevo” de Wolfgang Paalen me conmovió profundamente. Porque tuve la fuerte sensación de escuchar por segunda vez aquella frase de Breton sobre permanecer entusiasmado/apasionado y “testimoniarlo a través de sugestiones nuevas” –esas palabras resonaron inmediatamente en mi recuerdo de la presentación que Breton hizo de mí al comité de redacción de la revista La Brèche (Schuster, Legrand, Benayoun, Bounoure), en la tarde siguiente a nuestro primer encuentro en su estudio de la Rue Fontaine. Nos vimos con ellos en el Café de la Bourse (o próximo a la Bolsa, tal vez con nombre de constelación, zodiaco celeste o algo así –yo estaba muy atento a los nombres después de la sorpresa de La Promenade de Vénus, donde tuve mi primer encuentro con el grupo, dos días después), café donde se escogieron las dos ilustraciones para el manifiesto “Sauve qui doit”. Ese encuentro ya había sido marcado antes por él para la conclusión del tract, a cuya participación me convidó, llevando mis dibujos, que entonces llamó/nombró/elogió en los mismos términos de “sugestiones absolutamente nuevas” para el Movimiento Surrealista. Son cosas que no se olvidan.
Y por supuesto, gusto sobremanera de las pinturas y los fumages de Paalen. Expuse una pintura suya maravillosa en la Exposición Surrealista de 1967, que era propiedad de Bounoure, quien también lo admiraba mucho y la prestó para la muestra de São Paulo. Era una obra de su última época, adquirida por Vincent meses antes de su dramático final. Otro recuerdo: durante muchos años estuve asombrado por la descripción que se hizo de su muerte: “escoger la floresta mejicana como la más exuberante y tupida, para morir en ella”.
Sergio Lima