martes, 15 de agosto de 2017

Grupo Surrealista de Madrid: “Clavar limas en la tierra”

El Grupo Surrealista de Madrid pone otro hito en sus publicaciones con esta muestra de poesía verbal, editada por La Torre Magnética, que ya en 2000 había dado a la luz Indicios de Salamandra, con poemas entonces de Paco Carreño, Eugenio Castro, Manuel Crespo, Jesús García Rodríguez, Silvia Guiard, Miguel Ángel Ortiz Albero y José Manuel Rojo.
Los nombres que aparecen ahora son tanto de componentes del grupo como de “aliados”, o sea, de amigos y colaboradores, y de ahí el título descriptivo Poemas del Grupo Surrealista de Madrid... y alrededores. Pero no se ha querido hacer una antología más, y mucho menos de carácter “histórico”, sino que se ha preferido seguir “los criterios de actualidad y de persistencia en las colaboraciones y complicidades que se mantienen hasta el día de hoy”. Otros nombres que una obra de corte retrospectivo no hubiera podido soslayar son Toni Malagrida, Carlos Valle de Lobos, Mariano Alaudén, Enrique Carlón, Francisco Morán, Jorge Kleiman, Óscar Delgado –los dos primeros de tan grato recuerdo para mí, que los traté en Madrid hace ya algunos años.
De la vieja guardia tenemos a Lurdes Martínez, Eugenio Castro, José Manuel Rojo y Javier Gálvez, y de los que luego se fueron incorporando, en algún caso con distancia geográfica, o como colaboradores fecundos, a Jesús García Rodríguez, Manuel Crespo, Silvia Guiard, Noé Ortega, Julio Monteverde, Emilio Santiago, Pablo Cobollo, Vicente Gutiérrez Escudero, Ángel Zapata, Leticia Vera, Bruno Jacobs, Andrés Devesa. Entre los “aliados”, pierre d. la, Alba Pascual, Carlos Trujillano...
No interesa aquí esa engañifa de “lo que va a quedar”, sino la realidad contundente de lo que hay, con la voluntad de “vehicular intensidades, crear libertades”, de hacer un “hecho comunitario” de la poesía, considerada como “visión del mundo”, como “relato indefectiblemente inscrito en el discurso de la libertad”.
La extensa introducción, firmada por el grupo, es una reflexión sobre el sentido de la poesía, hoy, para el surrealismo, y comienza por esgrimir una expresión largo tiempo utilizada por ellos, la de “la poesía por otros medios”, que me recuerda estas palabras de Maurice Blanchard: “Ya no sé quién dijo que se hace poesía con palabras, pero sí quién lo ha repetido: Valéry. Las palabras importan un comino. La poesía se hace con imágenes, e incluso con imágenes sin palabras”.
La poesía escrita, en efecto, se ha convertido mayoritariamente en un “lamentable expediente”, y de ahí la diatriba que hay en estas páginas contra el narcisismo y la vaciedad en que ha desembocado esa poesía, y contra “la separación artificial entre poesía escrita y todas sus restantes encarnaciones y facetas”, separación tan propalada por la egolatría sectárea de los propios poetas. Atacando nociones como las de “escritura personal” y “yo poético”, el ensayo de Clavar limas en la tierra no puede sino oponer el sentido de una poesía liberadora a lo que llama “la fabricación en serie de poetas y libros de poemas”, todos ellos, añadiríamos, perfectamente intercambiables en esa versorrea que combina con gran frecuencia y de modo no poco siniestro la poesía con el academicismo.
Clavar limas en la tierra ha sido óptimamente presentado por uno de los componentes del grupo, Vicente Gutiérrez Escudero, en su blog, reproduciendo además su reseña el pasaje inicial de esta notable publicación colectiva, que se suma a otras no menos centrales del Grupo Surrealista de Madrid a lo largo de su ya larga andadura:


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Repasando las entradas que le dedico en Cabina de barlovento a la poesía, lo primero que habría que hacer es actualizar la de Annie Le Brun, añadiéndole al “fin del siglo XX” el principio del XXI:
Si no hubiera más que los poetas del fin del siglo XX para darle sentido a la palabra poesía, sólo se podría ver en ella un sinónimo a la vez de pose vacía, pusilanimidad, suficiencia, incontinencia, hinchazón y, a fin de cuenta, deshonestidad profunda”.
Estas otras coinciden en lo del “lamentable expediente”:
“Los poetas escriben para los poetas. Los poetas se cubren mutuamente de alabanzas y se prestan mutuamente homenaje unos a otros. Los poetas saludan su propio trabajo y toda esta gente se parece mucho a todos los mundos especializados y herméticos que dividen la sociedad contemporánea. Para los jugadores de ajedrez el juego que practican es una de las cumbres de la creación humana; tienen sus superiores, y hablan de Casablanca como los poetas hablan de Mallarmé o se prestan unos a otros todos los homenajes. El ajedrez, con todo, es un juego, y la poesía es algo más serio, y aquello que nos parece simpático en el caso del ajedrez, en el caso de los poetas es señal de una mezquindad imperdonable”. (Witold Gombrowicz)
“Nuestros poetas no escriben para un mundo pendiente de cada una de sus palabras, sino que escriben los unos para los otros. Justifican su impotencia haciéndose deliberadamente ininteligibles. Encerrados en sus egos pequeños y glorificados, se mantienen alejados del mundo por temor a ser pulverizados al primer contacto. Si los observamos a fondo, no son ni siquiera personales, porque de serlo podríamos entender su delirio y su tormento. Se han vuelto tan abstractos como las ecuaciones de los físicos. (Henry Miller, quien a la vez dijo tan inflamadas palabras sobre Rimbaud)
“Los poetas están equivocados porque su visión no es una visión sino un bizqueo”. (Dylan Thomas, que era un verdadero poeta)
“El culto de la poesía poética, lo que se llamaba antes la poesía pura, y que numerosos poetas jóvenes practican siempre –como si nada hubiera ocurrido– es un culto mortífero, suicida y, por supuesto, profundamente nihilista”. (Alain Jouffroy)
“Hay que combatir con todo nuestro desprecio e ira toda la poesía tradicional, desde Homero a Goethe, pasando por Góngora –la bestia más inmunda que ha parido madre–, hasta llegar a las ruinosas deyecciones de nuestros poetillas de hoy”. (Luis Buñuel)
“Muchos poetas prefieren la botella de tinta a la botella al mar”. (Achille Chavée)
Pero veamos el otro lado de la cuestión, la definición artaudiana siendo mi favorita entre todas las que se han dado:
“La poesía es una inervación magnética del corazón”. (Antonin Artaud)
“Se llama poesía todo aquello que cierra la puerta a los imbéciles”. (Aldo Pellegrini)
“La poesía es un modo integral de vida. Se trata de ir lo más lejos posible, incluso en lo oscuro”. (Saint-John Perse)
“La poesía se encuentra allí donde no se encuentre la sonrisa estúpidamente burlona del hombre con sonrisa de pato”. (Lautréamont)
“Un poema ha de ser una debacle del intelecto”. (André Breton y Paul Éluard)
“La poesía es cambiar el color de la materia gris”. (Giovanna)
“El poeta ya no se puede reconocer como tal a no ser que oponga un anticonformismo total al mundo en que vive”. (Benjamin Péret)
“Lo importante no es la poesía, sino la capacidad de poetizar”. (Gustav Meyrink)
“Hay mucho que aprender del lobo, del búho y del pulpo. La poesía no es reflejo ni reflexión”. (Franklin Rosemont)