jueves, 3 de marzo de 2016

Más cartas de Mário Cesariny

Um sol esplendente nas costas es el título que reúne las cartas de Mário Cesariny al poeta Alberto de Lacerda. Edita la Fundação Cupertino de Miranda en ocasión de los IX Encontros Mário Cesariny, celebrados en noviembre de 2015. Ya en esta colección Documenta han aparecido las cartas a Cruzeiro Seixas, las cartas a la Casa de Pascoaes, Le temps des pionniers y las fotos de su casa por Duarte Belo (Cesariny –em casas como aquela).
Se encarga de la edición Luís Amorim de Sousa, quien refiere cómo, en la visita de Lacerda a Cesariny el 29 de mayo de 1981, se leyeron entre ellos poemas de Breton, el primero al segundo “La casa de Yves”, y el segundo al primero “Fata Morgana”, diciéndole que en 1947 había sido el poema que lo había situado “en la verdadera vía”; Lacerda define la casa de Sete Rios (donde yo estuve en un par de ocasiones) como “una auténtica central surrealista”.
La correspondencia sorprende por su extensión, ya que va de 1962 a 2000 (Cesariny moriría en 2006 y Lacerda en 2007). Para una postal enviada de París en junio de 1964, Cesariny elige una imagen de la Torre Saint-Jacques.
El gran valor de estas cartas es hacer revivir al incomparable Mário Cesariny. Luego, hay de todo, como ocurre siempre en las grandes correspondencias: genialidades y sorpresas, pero también banalidades, de las que ya prefiero no ocuparme, como no sea aludir a los típicos gimoteos portugueses, que llegan (tanto en uno como en otro) a los elogios españoles; voy a decir lo que parecerá una enormidad, pero me da igual: creo que ni Mário Cesariny ni Alberto de Lacerda ni ningún intelectual portugués de cualquier época (con las relativas excepciones de Miguel Torga y José de Leite Vasconcelos) supieron nunca en qué país habitaban.
Hay detalles muy simpáticos, como el de ver a Cesariny pidiéndole a Lacerda (quien vivía en Londres) le envíe Del asesinato considerado como una de las bellas artes en 1973 y de nuevo en 1985. Señalemos también el interés que manifiesta Cesariny en sus cartas por los prerrafaelitas, por Fabre d’Olivet, por Machen (La casa de las almas), por Aliester Crowley. Ambos poetas compartieron la amista con Octavio Paz, pero a Cesariny no le gustó Plural: “bien escrita y bien colaborada”, pero nada que ver con lo que sería de esperar: “hará un gran servicio en casa, pero visto de fuera es más provinciano que azteca”; no se equivocaba Cesariny al advertir el giro académico de quien se pasó la vida dando bandazos.
Por lo que respecta al surrealismo, Cesariny teje comentarios a la exposición de Chicago, que contó con su presencia, y a la de Lisboa de 1985, organizada por él mismo. En la misma carta de 1973 en que celebra de Laurens Vancrevel su “bello poema en torno a Galileo”, dice de los Rosemont que “están completamente locos” y que llevaron para América “el surrealismo joven”, o sea un surrealismo alejado ya de la fatiga parisina artístico-archivista de los Pierre, Schuster y complementos, a los que Cesariny no tragaba. Ya en 1985 le pide a Lacerda mande unas cosas “a mi amigo Franklin Rosemont, que es ahora el jefazo y teoría del Surrealismus Usa, simpático, pero bastante gordo, al contrario de Penélope, su mujer, que evolucionó de lo gordo para el rectángulo en pie –es muy alta”. Por hacer otra cala, esta de carácter local, resulta gratificante verlo llamar a Lopes Graça, el insoportable teórico musical estalinista, “imbécil con ideas corales”.
En fin, puro Cesariny, en un libro a una sola voz, ya que las cartas de Lacerda no se han encontrado. El editor, que ha hecho un buen trabajo, sin atiborrar a notas, cierra así su introducción:
“Lo que hay para descubrir de Cesariny en el mundo íntimo de Alberto de Lacerda excede en mucho los contornos de este libro. Pero en ese mundo y siempre en ambos sentidos, resplandecen admiración y amistad que el tiempo siempre sustentó. Ninguno de los dos deseó que fuera una amistad literaria. Lo que la define es un alta camaradería marcada, muy al contrario, por el deseo de aventura y de magia con que Alberto y Cesariny siempre quisieron vivir”.
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Casi de modo simultáneo, ha aparecido en Debout sur l'Oeuf el libro Monsieur Cesariny, conjunto de fotos de Cesariny realizadas hace una década por Susana Paiva y expuestas en la galería de Miguel de Carvalho en octubre de 2014.