miércoles, 27 de mayo de 2015

London Surrealist Group

Aunque apareció en 2012, solo recientemente, tras leer la lista de novedades del último número de Phosphor, he podido obtener esta importante publicación del London Surrealist Group, titulada The overflowing milkmaid with curved feet y distribuida por lulu.com. En Phosphor se preguntaban si el grupo se encuentra dormido o ya desapareció, y lo cierto es que sus últimas noticias en la red son de diciembre de 2013.
El director de la publicación (“editor” como dicen los anglosajones) es Timothy B Layden, y los participantes, aparte él, son Darren Thomas, Dimitri Antorka-Pieri, Gillian McIver, Jane Sparkes, Jazzman John Clarke, J.J. von der Heydt, Lilo Topchev, Martin Marriott, Megan Jones, Philip Kane, Ronnie McGrath y Stuart Inman.
The overflowing milkmaid with curved feet es una recopilación de exploraciones y aventuras del grupo, cuyo tema central es la analogía y que se sitúa bajo el signo tarótico del Loco, aunque también, desde el inicio, en un dibujo de Layden y en un poema común de textos recortados, se nos aparece Alicia, por lo que no nos alejamos en demasía del más reciente y también colectivo Alice, the looking glass threw.
El primer trabajo no es el más feliz, ya que Gillian McIver, al hablar del “Estado de lo surreal en el cine contemporáneo”, sigue la costumbre ya molesta de buscar surrealismo en lo que más le gusta a cada uno, que en su caso es el hinchado Ken Russell; sí se justifican, en cambio, los comentarios sobre Jan Svankmajer y sobre una película underground inspirada en Los cantos de Maldoror, aunque de esta no tengo yo ni idea. (Al margen, se dice de Russell que “tiene en común con muchos de los surrealistas franceses, belgas, checos y latinos el ser católico”, lo que debe referirse si acaso a que tuvieron una primera educación católica, ya que es imposible ser a la vez católico y surrealista. Dicho así, es de una confusión absoluta).
Jane Sparkes, En el torbellino
Quien más me ha gustado de esta antología es Jane Sparkes. En un bello texto, refiere sus primeros encuentros con el surrealismo, al descubrir a Dalí y Magritte, pero en seguida con la lectura de The stain de Rikki Ducornet y luego de Nadja, Arcane 17 y los Manifiestos. Una delicia es el relato de su búsqueda de “monstruos” por Londres (“Monster safari”), acompañado de fotos de sus trofeos –y por cierto que en la contraportada de este libro-revista hay un mapa de metro londinense donde los nombres de las estaciones son Alice, Ithell Colquhoun, Jan Svankmajer, Jean Benoît, Karel Teige, Ubu, William Blake, Charlie Mingus’s Cat, Toyen, Merlin, Toussant Louverture, Melmoth the Wanderer, André Breton, Benjamin Péret, etc. También son propuesta suya dos juegos: el de la frenología, a partir de la idea de las analogías entre las facultades de la personalidad clasificadas en la cabeza humana por aquella vieja teoría y las características inconscientes de un área urbana (en este caso los alrededores del castillo y la catedral de Rochester Kent, por lo que se ejemplifica lo que en el almanaque Lo que será quedaba limitado a las reglas del juego), y el de la libertad del Loco, que ella presenta en el texto “Tarot analógico” y que acompañan distintas imágenes de este arcano. En consonancia, suyos son cuatro collages del tarot (“Los amantes”, “El ahorcado”, “La emperatriz” y, por supuesto, “El loco”).
De Stuart Inman hay dos contribuciones valiosas, una dedicada a la analogía, apoyándose sobre todo en esos dos grandes textos que son “Signo ascendente” de André Breton y “Escándalo de rostro tan secreto” de Nora Mitrani, y otra sobre la “(in)comprensión” del surrealismo, donde se ocupa de las discrepancias entre los grupos surrealistas y de los abundantísimos  “estudiosos” del surrealismo, de los que dice no sin gracia que “hay estudiosos y estudiosos, y todos no son estudiosos, algunos son idiotas y fraudulentos, algunos son decentes pero aburridos y algunos son en verdad muy buenos, pero no dejan de ser estudiosos”.
Añádase de Philip Kane “Revolución erótica: un manifiesto” y de Martin Marriot “Cómo hacer escritura automática”. Este trabajo, que viene acompañado de unos dibujos de sueño de Dimitri Antorka-Pieri, comienza hablando de la tradición aborigen australiana, aún viva, de la pintura en las rocas, y refiere una anécdota sabrosa: al preguntarle un antropólogo a un guía por qué se había puesto a pintar en una piedra en que los colores ya estaban desvaídos, este le respondió: “Yo no estoy pintando. La pintura la está haciendo la mano del espíritu”. Martin Marriot alude en su artículo a la “borrachera de liberación” que fue el descubrimiento del automatismo para los surrealistas de los años 20, aunque ello es extensible a cualquier época del surrealismo.
Destaquemos también un comic de Timothy B Layden en que aparecen los globos completamente vacíos y la presentación detallada de un pionero del surrealismo británico: Alfred Hicklebaum, estudioso de las artes mágicas que ya cultivaba el automatismo en los años 20, se carteó con Breton, Péret y Éluard y no quiso participar en la exposición londinense de 1936 porque había demasiados oportunistas. Esto hace pensar en el Surrealist London Action Group de 1958, del que hay tan nulas referencias como de este supuesto “pionero”, pero no parece que estemos ante nuevos capítulos de la enciclopedia Da Costa...
The overflowing milkmaid with curved feet se cierra con el apoyo dado en 2012 por los surrealistas a Angye Gaona, reproduciendo su poema “El volcán habla”. Por supuesto, en la publicación abundan los dibujos colectivos, collages y textos automáticos. Hay también frases a los lados de las páginas y una “Oda a Sun Ra” por Ronnie McGrath. En conjunto, una fiesta de surrealismo explosivo.

Megan Jones, Dream boat