miércoles, 17 de septiembre de 2014

Braulio Leiva

Nacido en Viña del Mar en 1979, Braulio Leiva murió el pasado 31 de agosto en Valparaíso, perdiendo así el surrealismo chileno una de sus figuras promisorias. Rodrigo Hernández Piceros nos hace llegar esta breve semblanza, que acompañamos de dos de sus poemas, más la reproducción del que dedicó en Derrame a Cruzeiro Seixas.
“Durante su corta existencia, Braulio Leiva desarrolló un gran interés en la investigación de las vanguardias literarias, a partir de su encuentro con la obra de Vicente Huidobro. El surrealismo no tardó en llegar. Comienza a escribir desde el amor y el azar. Entra en contacto con el Grupo Derrame el año 2006, grupo al cual se integra a comienzos de 2010. En el n. 8 de la revista Derrame, especial dedicado a Artur do Cruzeiro Seixas, se puede leer su texto «La sangre en la mirada». Dejó inédito un libro de poesía automática: Funda-mental. Aprenda radio en 15 días, que preparaba en coautoría con el poeta Rodia Ibaveda, y que cuenta con un prólogo del poeta Rodrigo Verdugo”.

Truco a dos voces
Ella a la hora de las alas
Con las líneas del beso en el revólver
Apuntará sobre las aves a su paso
Para comunicar al maniquí incandescente
Su tentativa distancia de lámparas
Para coser el día en el abismo
De la mano de títeres de luna
Con la bala de la sangre entre los ojos
En la hora precisa de concebir muñecas
La medalla rodará por los cielos
A la hora del disparo secreto
El tiempo será una caja musical
Las olas saldrán por los ojos
La mujer por la noche
Otras por el vino derramado
En la uñas del que cava arrepentido
Sin mirar los ojos del silencio.

Cerebro al agua
El cerezo para sentir la lengua en la cantidad de miradas que se pierden
Ellas aquilatan los senos que derrumban las chimeneas del tiempo
Y justifican los abrazos escondidos
Actitud de fantasma altamente calificado para la hierba
En la irritación de la ballesta para la muerte azul de un cisne y
De su vago vegetal que le camina por la pupila
Los deudores de puentes duermen al respecto de la memoria
El vidrio en la solapa de la ballena y sus óvulos ceremoniosos
Por el deseo de mirar por la boca de plantar una rodilla
Con su carpintero adentro
Si ellos nombran los moluscos las señoritas besan sus pezones
Con el salvajismo propio de un pétalo manipulador de tijeras