lunes, 13 de enero de 2014

50 años de surrealismo

Como preámbulo a la cronología que cierra el almanaque de “Brumes Blondes”, hay un texto mío en que intento, muy sucintamente, referir lo esencial de tan amplio periodo. Por desgracia, al enviárseme la traducción francesa, no la revisé sin cotejar el original, y me confié en su fiabilidad, seguramente porque siempre he preferido ser confiado a “condenado por desconfiado”, cuando para algunas cosas vale más lo segundo que lo primero. Son pues un fallo finalmente mío los datos en negritas, y de los cuales el único importante es que no aparezca en el texto traducido, evidentemente por un salto de línea del traductor, referencia alguna al grupo surrealista de Madrid y la revista “Salamandra”, mientras que se hace al grupo Melmoth llegar hasta la actualidad. Lo lamento sinceramente. En el error de los boletines, de la traducción se desprende que el segundo fue firmado solo por los grupos que se enumeran, cuando son grupos que se añadieron a las firmas anteriores. Diferencia de matiz, aunque sin mayor importancia, hay en la referencia a Raúl Henao.
1964-2013: cincuenta años de surrealismo, en una cronología obligatoriamente incompleta (pero en la que esperamos no haya faltado lo esencial) y que además se ve afectada por la ausencia de todo el período anterior, a la espera de algún día elaborar un calendario integral, desde el encuentro Vaché-Breton, y con todos los datos disponibles.
Si algo demuestra esta cronología es la pervivencia siempre firme de la aventura surrealista, en una geografía tan móvil como amplia. En los primeros años que documentamos, París seguía siendo el corazón de esa aventura: La Brèche, “L’Écart Absolu”, la presencia de André Breton... Mientras, proseguía el surrealismo en Bélgica y en Praga, en Italia irrumpía la Officina Undici, en Caracas el grupo El Techo de la Ballena ponía a la sociedad en polvorosa, Chicago se incendiaba de surrealismo con “The forescast is hot!”, era lanzada en Holanda la primera serie de Brumes Blondes, surgía en Moravia el grupo Lacoste.
Entre los años 67 y 69 incluso puede hablarse de un reforzamiento internacional del surrealismo: en Brasil con la exposición “A Phala” (y su densa revista), en Inglaterra con TransformaCtion y la exposición “The Enchanted Domain”, en Chile con las actividades de La Casa de la Luna. Mientras, resurgía en Checoslovaquia plenamente el grupo de Praga (“Le principe du plaisir”, “Plate-forme de Prague”, el primer número de Analogon), Les Lèvres Nues y Brumes Blondes iniciaban su segunda serie (Brumes Blondes siempre con un sentido muy internacionalista, como Phases, que también abría su segunda serie), en los Estados Unidos la actividad surrealista de Chicago (Surrealist Insurrection y la exposición del 68) se complementaba con la de San Francisco...
Es en este contexto donde va a romperse el grupo de París, tras sucesivas crisis muy bien relatadas por Alain Joubert en Le mouvement des surrélistes. L’Archibras, revista magnífica en sus primeros números, va manifestando sus contradicciones y acaba por desaparecer. En 1968, aún los surrealistas de París (sin olvidar al grupo L’Écart, de Lyon), aparecen con fuerza en las Entretiens que organiza Ferdinand Alquié y se siguen publicando libros muy notables, como los de Toyen con Annie Le Brun y Radovan Ivsic, o el de Camacho con Bounure, pero al año siguiente adquiere una importancia desmesurada el triste “Quatrième chant” de Jean Schuster, quien, con algunos componentes del grupo, decreta la muerte del surrealismo “histórico” y prohíbe el uso de la palabra “surrealismo”. Al fin se encontraban los estamentos académicos y periodísticos, servida en bandeja, y avalada, la posibilidad de ponerle una fecha de defunción al surrealismo, lo que hicieron con mucha diligencia, y seguirán haciendo hasta nuestros días.
Pasa el surrealismo entonces a un cierto ocultamiento, sumando a sus enemigos de siempre los que han sido llamados por eufemismo “liquidacionistas” (a quienes además no han faltado discípulos). Como era de esperar, la reacción fue inmediata, tal se puede ver en el documento “Surrealism now” de ingleses y holandeses, en las espléndidas burlas de un Marcel Mariën, en los exabruptos de Mário Cesariny y sobre todo en la aparición del Bulletin de Liaison du Surréalisme, que congregaba a los miembros del grupo fieles al surrealismo, con mucha aportación extranjera y en especial del grupo de Praga. Estamos en 1970, año al que hay que sumar la aparición del primer número de Arsenal y las importantes exposiciones de Santiago de Chile y Buenos Aires.
Esta reactivación del surrealismo ofrece una serie de hitos a los largo de los años 70, y sobre todo de la segunda mitad: en 1976, La civilisation surréaliste en París, la enorme exposición mundial “Marvelous Freedom/Vigilance of Desire” en Chicago y los Textos de afirmação e de combate do movimento surrealista mundial de Cesariny; en 1977, los dos números de Surréalisme en París y la aparición de los grupos de Vancouver y de Australia, que suceden al de Columbus en el 74; en 1978, las exposiciones de Wisconsin y de Londres, donde al año siguiente nace el grupo Melmoth. Pero es que además tenemos las actividades en Buffalo, Utrecht, São Paulo, Toronto (con las ediciones Oasis), San Francisco, Milán, Amsterdam, Lisboa y, por supuesto, Praga, donde son incontables las publicaciones poéticas, juegos y pinturas colectivos, encuestas, pinturas, objetos, antologías, siempre con el carácter experimental tan propio de este grupo.
Téngase en cuenta, también, que esta cronología, por abreviar, solo nombra los primeros números de las revistas –modo de expresión clave del surrealismo–, y que en cada año faltan pues las que seguían saliendo regularmente, del mismo modo que solo nombramos las principales publicaciones de algunos autores prolíficos pero esenciales, como, se me ocurre sobre la marcha, un Guy Cabanel, un Ghérasim Luca, un Ludwig Zeller, un Mário Cesariny o un Pierre Peuchmaurd, lo mismo pudiendo decirse de los artistas y sus exposiciones. Además, figuras aisladas extremamente importantes, como Raúl Henao en aquella misma década, siguen apareciendo.
En los años 80 prosigue la actividad en París, Australia, Toronto, San Francisco, Columbus, Lisboa, São Paulo, Praga, etc. En Buenos Aires tenemos al grupo Signo Ascendente, en los países nórdicos a Dunganon y el Surrealistgruppen sueco (muy creativo, combativo y duradero), en Vancouver al grupo Melmoth (que llegará a 1999), en Madrid a Salamandra (live and well hoy mismo, y sin nunca parar), en Montreal a los automatistas de Les Boules. La década se remata con la aparición del extraordinario n. 4 de Arsenal, que hace un repaso al surrealismo en todas sus proyecciones a lo largo y ancho del mundo.
Encadenando décadas, la siguiente se abre en 1990 con el resurgir de Analogon y con la revista Droomschaar, que conduce al año siguiente a la creación del grupo CAPA, decisivo en la cuestión, capital para el surrealismo, del automatismo colectivo. Si en los años 80 volvían las Ediciones Surrealistas (en París, Chicago y Estocolmo), ahora es la vez del Boletín Internacional del Surrealismo (con un antecedente en 1986, por los grupos de Chicago y Estocolmo). El primero aúna fuerzas de Checoslovaquia, París, Estados Unidos, Buenos Aires, Estocolmo y Madrid, mientras que el segundo, contra la grotesca conmemoración del “descubrimiento de América”, añade grupos y nombres de Australia, Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda, Portugal y São Paulo. Estos boletines no tienen continuidad, lo que quizás estuvo bien, ya que, a mi juicio, implicaban el riesgo de oficializar el surrealismo, aparte el darle voz a unos grupos en detrimento de otros y el riesgo de dejar de lado muchas aventuras solitarias que el surrealismo siempre ha respetado cuando genuinas y honradas. Fundamental es en estos años la irrupción del grupo de Leeds, con los diez números (excepcionales) de Black Lamplight y en seguida Manticore. En Estocolmo se publican los ocho de Stora Saltet y en París vuelven las revistas surrealistas con el primero de S.u.rr... Un libro detonante fue Le Punching-ball & la Vache à lait de Guy Ducornet, ya que supuso una respuesta lúcida y contundente a la impostura académica sobre y contra el surrealismo.
La primera década del nuevo siglo también se abre de modo espectacular: grupo Derrame en Chile, grupo deCollage en São Paulo, grupo griego de Ioaninna. Las revistas no cesan: dos nuevas series de Brumes Blondes, Styxus (grupo Stir Up), Derrame, Phosphor (Leeds). En 2005 nacen SLAG (Surrealist London Action Group) y la plataforma Sonámbula, como en 2007 el grupo turco y en 2008 la Cabo Mondego Section of  Portuguese Surrealism, al socaire de la exposición de Coimbra “O reverso do olhar”, que pone en el candelero a todo el surrealismo “actual”. En su misma línea, Derrame lleva a cabo en Santiago la exposición “El umbral secreto”.
Los últimos años han ofrecido la continuidad irrefutable de la aventura surrealista que evidencia nuestro trabajo. Hydrolith (2010) reúne multitud de intervenciones de diferentes grupos, que ofrecen un panorama de gran riqueza. Invisible Heads (2011) revela la fecundidad creativa, incluida la fabulosa colaboración con los indios hopi, de nombres muy interesantes que siguieron un camino diverso al del grupo Arsenal. Debout sur l’Oeuf (2011) reúne en una lujosa revista-objeto a los surrealistas portugueses y muchos amigos surrealistas del mundo. A Phala (2013), como queriendo corroborar de modo absoluto la continuidad “irrefutable” de que hablábamos, saca un número de 400 páginas 47 años después del primero y siempre de la mano de uno de los pilares del surrealismo en todo este medio siglo: Sergio Lima. El grupo SLAG y la revista Patricide dan una nota de vivacidad absoluta, como los fotomontajes de Neil Coombs y las pinturas de Patrick Hourihan, verdaderas aportaciones novedosas. La tradición de las comunicaciones casi secretas prosigue, por ejemplo, con las deliciosas autoediciones de Guy Girard. Y en Praga, la exposición “Other Air”, con un catálogo modélico, no solo daba cuenta de la actividad del grupo checo y eslovaco desde 1990, (con el cine maravilloso de Jan Svankmajer, pero como siempre con infinidad de juegos, objetos, experimentos, performances, debates, antologías, etc.), sino que se proyectaba en un mañana jugador que es el del propio surrealismo, en su voluntad de encarnar, en un mundo catastrófico, las llamas policromas de la vrai vie.