lunes, 24 de junio de 2013

Edward Bullmore o el surrealismo en Nueva Zelanda


Hikurangi 15 (c. 1965)


Que el surrealismo ha llegado a los lugares más insospechados, es una evidencia. Unas veces hasta forjándose grupos en esos lugares; otras, gracias a la receptividad de algún espíritu aislado.
En Nueva Zelanda, Edward Bullmore es una figura prematuramente desaparecida (1933-1979) y muy poco conocida fuera de sus fronteras, pese al interés de su obra pictórica y escultórica.
Aunque su filiación surrealista arraiga a fines de los años 50, la consolidación de su surrealismo solo se produce con motivo de su viaje a Londres, y en particular con su participación en la exposición de Exeter “The enchanted domain”, considerada hoy un hito en la aventura surrealista británica. Tres obras muy representativas de su quehacer –entre ellas The table leg that went for a ride, que vemos aquí, ejemplo de su reciclaje de muebles– participaron en dicha exposición, que tuvo lugar en 1967. La década londinense de Edward Bullmore coincidió además con una época de grandes convulsiones, y de una gran riqueza cultural, o sea, contracultural.


The table leg that went for a ride (1967)

Al regresar a su país, Edward Bullmore ejerce como profesor en Rotorua, población predominantemente maorí, que deja una huella en su obra. El arrebatador paisaje neozelandés –y sobre todo la región volcánica del norte– aparece transfigurado en su obra, contrariamente a la nula inspiración que ejerció sobre él la urbe londinense.
Obras y series especialmente intensas de Edward Bullmore son Tortured time, Astroforms, Hikurangi, Torso into fuselage, Icons y Mamaku. Le es peculiar el uso de materiales encontrados y de objetos, con curiosas esculturas ready mades y “shaped paintings”. Esta es una de sus portátiles “astroforms”:

Astroform 8 (c. 1966)

Para saber más de Edward Bullmore hay un librito muy útil de Penelope Jackson: A Surrealist Odyssey, publicado en 2008 por la Tauranga Art Gallery.

Icon 4 (1975)