miércoles, 5 de diciembre de 2012

Ráfagas

Desde hace ya un año intentamos dar cuenta de una cierta actualidad del surrealismo, pero aún nos sorprendemos con publicaciones periódicas de las que no teníamos noticia, o solo por el nombre. Ese es el caso de The Oystercatcher y de Le Bathyscaphe. La primera va ya por su número 9, y es una revista del movimiento surrealista, en concreto de algunos miembros del grupo Arsenal, como Joseph Jablonski, aunque la portada de este número la hace un conocido del grupo de la Costa Oeste, el muy original y creativo Ed Varney.
Una revista no de creación surrealista, pero sí cercana al surrealismo, es Le Bathyscaphe, que se publica en Montreal y de la que acaba de aparecer su n. 8, con artículos sobre las corbatas de Péret, por Barthélemy Schwartz, el Padre Ubú en Quebec, por Antoine Peuchmaurd, la destrucción del viejo Montreal, por Maxime Catellier, el apoyo activo de Batman al movimiento Occupy Wall Street, por Mark Read, el discreto encanto de Albuquerque en Nuevo México, por Bérengère Cournut,  las aventuras del sujeto sobre el mar de Irlanda, por Jean-Yves Bériou, el universo mágico de Jean-Pierre Le Goff, por Joël Gayraud, etc.
En un próximo texto nos ocuparemos de los ocho números de esta revista de exploraciones profundas, así como de The Oystercatcher.

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Esta exposición de collages merece señalarse aquí por la presencia en su inauguración, el día 30 de noviembre, como invitada de honor, de Suzel Ania, personalidad magnífica del movimiento Phases y del surrealismo, maravillosa autora de collages, y de quien ya hemos hablado brevemente en estas páginas.

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El n. 5 de la revista digital Agulha contiene, como siempre, trabajos de interés, pero desde el punto de vista surrealista el que hemos de destacar es el del ensayista, pintor y poeta Carlos M. Luis, quien, con su tino habitual, hace, con el título de “André Breton y su experiencia mexicana”, una reseña encomiástica del flamante libro de Fabienne Bradu André Breton en México, publicado por el Fondo de Cultura Económica. Incluye este volumen textos del propio Breton, entre ellos traducciones de sus conflictivas conferencias.

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En el museo artístico de la monarquía hispana, sito en la Corte de ese país, tiene lugar hasta el 17 de diciembre la exposición “Espectros de Artaud. Lenguaje y arte en los años cincuenta”, que ha dado su correspondiente catálogo.
Por supuesto, el mayor interés lo ofrece el propio Artaud, y no su consternadora herencia, que aquí se distribuye entre Francia, Brasil y los Estados Unidos. En Francia tenemos a los letristas, en Brasil a los concretistas, en los States a su vanguardia. Son en total 300 obras, en diferentes medios de expresión.
Como es bien sabido, en los años 70 Artaud fue utilizado contra Breton por la pedantocracia universitaria telqueliana. Y es la pedantería lo que signa también a los brasileños, con aquel tremendo Haroldo de Campos, que yo consideré un tiempo el intelectual más pedante del planeta –¡los hados nos libren! Luego tenemos el aburrimiento letrista (aunque Isou –otra víctima de los electroshocks del doctor Ferdière– y Pomerand a veces remonten vuelo), el terrorismo musical de John Cage, etc.
La posteridad artaudiana nos hace pensar en la duchampiana, para decir uno qué culpa tienen. Qué comparación no ya con la de Breton, sino con la de un Chirico (sobre este, a todos los datos que en Caleidoscopio surrealista aportamos, ya hemos sumado algunos más: René Crevel nos dice que ante un cuadro suyo tuvo al fin “la visión de un mundo nuevo”; Jacques Lacomblez empezó a pintar cuadros cuando, a los quince años, descubrió su metafísico universo; en 1982, Rik Lina pinta un “Homenaje a Chirico”; y en 1997 hace lo mismo Suzana Wald).
En el mostrenco madrileño, en cambio, se asiste a unas derivas que son en su mayoría “rollos intelectuales”, como muy bien me escribe un visitante de mi entera confianza, quien añade: “la exposición era interesante y a la vez un poco pelmaza”.

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E. F. Granell, "Director de orquesta", 1990


El día 28 de noviembre fueron presentados, en la Fundación Eugenio Granell, los Cuadernos de apuntes de Eugenio Granell, así como el libro-disco Miniaturas de Eugenio Granell: música revelada.
El polifacético maestro –tan inolvidable personalidad como artista– ve ahora su vertiente  musical atendida, conviniendo recordar que era un fino violinista y que supo combinar con la vivacidad que lo caracterizaba la música culta con la del pueblo gallego. El disco, en vivo, lleva dirección del pianista cubano Alejandro Vargas, partiendo de los apuntes musicales granellianos.
Ha sido en fin un centenario glorioso para Eugenio Granell, con actividades y publicaciones que se han estirado a lo largo de todo el año.